lunes, 19 de noviembre de 2012

Llegando a la Wicca desde otro punto. ¿Romper o reconstruir?

Hola a tod@s. Quiero empezar esta entrada recordando la filosofía de este vuestro sitio: este no es un blog formativo donde se aporten conocimientos probados o se establezcan opiniones en firme; este es un blog escrito por alguien que da sus primeros pasos en el mundo del paganismo y a quien constantemente, como buena Libra que es, se le ocurren preguntas y le surgen dudas. El objetivo de este blog es compartir estas dudas con otros caminantes que pisan el mismo punto de la senda y se hacen las mismas preguntas, y a la vez dar la oportunidad a los paganos más expertos de compartir sus conocimientos con nosotros dando respuesta a nuestras inquietudes. Añado lo que ya se dijo también en la primera página: que todo lo aquí se diga se hace desde el máximo respeto y siempre con la intención de plantear preguntas, nunca de ofrecer afirmaciones ex-catedra. 

Aclarado este punto, empiezo con el tema que me inquieta en estos momentos: la manera de introducirse en el paganismo desde de otros posicionamientos religiosos o espirituales. Doy por sentado que quien escoge el paganismo como su camino normalmente llega desde otro punto, probablemente desde una religión del Libro (cristianismo, judaísmo, islamismo), pero también desde el budismo, el sintoísmo, el taoísmo, o cualquiera de las otras muchas religiones y corrientes espirituales que existen en el mundo y qne no entroncan directamente con el neopaganismo. La pregunta es: ¿cómo ocurre el tránsito?

Encontré hace tiempo en internet la historia de una escritora camboyana, Claire Ly, que siendo budista, a raíz de perder a toda su familia en un campo de concentración en el que ella misma se vio internada, se convirtió al catolicismo. Sin querer entrar a valorar su elección, cosa a la que creo que nadie tiene derecho y que debe respetarse al máximo, sí me llamó la atención la manera en que ella contaba su proceso de conversión: su experiencia me pareció preciosa. Comparto parte de su historia con vosotros: 

" Mi educación budista me ayudó a entender más fácilmente la humanidad de Cristo que su divinidad  (...) Durante la misa, me invadió un deseo loco de llegar a ser discípula de Jesucristo. Este deseo tan irracional a los ojos de mi tradición, el budismo, fue el que me condujo más tarde a la necesidad de pedir el bautismo (...) y siento que mi viaje es una aventura que se renueva a diario para alcanzar el diálogo entre la budista que habita en mí y la católica que soy (...) Esta lucidez no ha sido un salto en el vacío, porque mi espíritu renovado no abolió todos los conocimientos acumulados durante mis años de budismo. Al contrario, todo ocurrió como si mi nueva esperanza en Jesucristo no hiciera más que completar, proporcionar un nuevo espacio a la budista que yo era (...) Y la cristiana [que soy] no puede desdeñar ni despreciar a la antigua budista, porque continúa apoyándome en mi camino como católica a través de su cuestionamiento y su sabiduría, sigue siendo mi compañera de viaje: compartimos nuestras opiniones, nuestras creencias, nuestras esperanzas, nuestros éxitos y nuestros fracasos. Doy gracias al Espíritu del Señor por haberme permitido vivir esta hospitalidad, esta aceptación mutua".

Cuando leí el testimonio de esta mujer, me emocióné mucho. No es fácil conseguir aunar el camino que uno ha seguido con el camino nuevo que uno elige seguir; sin embargo, lograrlo me parece maravilloso. Esta experiencia de unión, en la que el futuro se construye sobre el pasado, me parece una expresión perfecta de equilibrio y el mejor ejemplo de una persona a la que su religión la hace crecer.

Ahora bien; indagando en internet sobre algunas de las distintas tradiciones neopaganas existentes,  encontré, para mi sorpresa, una condición que muchas de ellas ponían a sus nuevos adeptos: abjurar explícitamente de su anterior religión, en caso de haberla. Esta condición contrastó muy violentamente con la impresión que había recibido leyendo la historia de Claire Ly, y así surgió la pregunta que hoy me ocupa y que os planteo a cada uno de vosotr@s: ¿Se debe abjurar? ¿Se puede exigir a alguien que lo haga?

Antes de nada, definamos brevemente la palabra abjurar: según la RAE, esta palabra significa "Retractarse, renegar, a veces públicamente, de una creencia o compromiso que antes se ha profesado o asumido".

Antes de reflexionar directamente sobre el hecho de abjurar, quiero mencionar que apostatar, es decir, "darse de baja" de la iglesia católica, me parece una condición más que razonable para convertirse en pagano. Una de las cosas que persigue la mayoría de tradiciones es obtener una mayor visibilidad social para que poco a poco se comprenda que nuestra opción religiosa es tan seria y tan respetable como cualquier otra y se vayan ganando los mismos derechos que tienen otras religiones. En cuanto a derechos, los Estados con mucha frecuencia tienden a favorecer a determinados colectivos en función de sus miembros; por ejemplo, lograr una subvención para un proyecto social es más fácil para una asociación de 1000 miembros que para una de 100; es por otra parte comprensible, ya que posiblemente la asociación más grande pueda hacer una labro mayor (al menos desde un ámbito utópico; todos sabemos lo que pasa enla práctica). En ese sentido, si la gente que deja de ser católica no se esfuerza en eliminar su nombre de los registros eclesiásticos, sigue constando como "socio", por así decirlo, lo que da una ventaja numérica prácticamente imbatible a esta religión sobre cualquier otra. Así pues, me parece perfectamente cabal que se haga apostasía cuando uno deja de ser católico, ya sea para hacerse pagano, musulmán, judío o ateo. Uno no tiene que seguir constando como afiliado de un club al que ya no pertenece.

Dicho esto, volvamos al hecho de abjurar. Mis dudas al respecto vienen todas de la lectura del texto de Claire Ly, como ya os he dicho. Dado que su manera de verlo me pareció tan bonita, me costó mucho pensar en la opción contraria, en una persona plantada delante de muchas otras reconociendo que renuncia a todo lo que ha sido y aprendido. Me costó mucho porque pienso, al igual que Claire, que lo que uno ha sido, lo que uno ha creído, es lo que nos lleva a un nuevo camino; creo que lo que uno vive, la forma en que la divinidad se le muestra, es una experiencia necesaria, que si bien termina, es la que nos conduce a un nuevo comienzo. Construimos sobre lo que construimos primero. En ese sentido, creo que negar lo que uno ha sido, decidir empaquetarlo y olvidarlo, es olvidar lecciones muy vaiosas y, de alguna manera, negarse a sí mismo. Me seduce la idea del diálogo del yo anterior con el yo actual, y con esto no me refiero a quedarse enganchado al pasado ni a ser incapaz de cerrar la puerta. En absoluto. Hay que tener muy claro el punto en que uno está; pero no me parece necesario borrar las huellas. Es mi humilde opinión y estaría encantada de conocer las vuestras.

Respeto en cambio, y comprendo, a las personas que sí sienten la necesidad de renunciar explícitamente. Hay gente que ha sufrido mucho en el seno de una religión, y comprendo que quieran cerrar la puerta por completo a sus recuerdos; creo que es preferible enfrentarse a un pasado traumático y tratar de entender lo ocurrido y aprender de ello, pero me parece una reacción muy humana querer olvidarlo. No respeto tanto las actitudes faltonas o de odio; creo que lo peor que podemos hacer, como paganos, es adoptar el mismo posicionamiento intolerante y rencoroso que tanto criticamos a otras religiones. Me parece además que el respeto por el camino espiritual de otras personas es una de las enseñanzas básicas de la Diosa. Por eso me cuesta tener paciencia con quien hace del odio su actitud, sea de la religión que sea; tan incómoda me hace sentir un cristiano que arremete contra un budista como un pagano que la emprende con un judío. Nótese que hablo de ataques injustificados. Pero me estoy desviando; decía que entiendo a la gente que necesita explícitamente establecer una ruptura con su anterior andadura espiritual, pero ¿es justo que se le exija? 

Bueno, estas son mis dudas de hoy. Si habéis llegado hasta el final de este larguísimo post, os agradeceré muchísimo que me deis vuestra opinión y me ayudéis a encontrar un poco de luz entre tantas preguntas.

¡Gracias por leer, gracias por comentar! ¡Que la Diosa os bendiga!

lunes, 12 de noviembre de 2012

La primera página.

Siempre me he sentido atraida por una espiritualidad muy diferente de la cristiana en que fui educada; cuando conocí el neopaganismo y la wicca, entendí porqué. Llevo muy poco tiempo pisando la Antigua Senda, y por ahora lo que más me surgen son dudas y preguntas. Por eso abro este blog.

Este blog no pretende ser un lugar donde ofrecer conocimientos, sino todo lo contrario: este es un espacio para la reflexión, para las preguntas y para el debate. Lo que pretendo es plantear dudas y pensar acerca de ellas; probablemente dentro de algún tiempo reeleré estas entradas y llegaré a conclusiones muy diferentes de las que pueda alcanzar ahora; de hecho, espero que así sea, porque significará que he aprendido.

Pido desde ya que nadie se sienta ofendido si alguno de mis pensamientos le resulta chocante o contrario a lo que sabe; mi intención es hablar siempre desde el respeto y sobre todo desde la duda. Lo que aquí se escriba no van a ser afirmaciones sino preguntas.

Si estás leyendo y eres tan novat@ como yo, por favor no tomes nada de lo que aquí leas como una lección, sino más bien como una expresión de las preguntas que, seguro, tú mism@ te planteas según vas avanzando por este camino; siéntete libre de compartir conmigo y con el resto de lectores tu propia experiencia y tus propias dudas. Si por el contrario eres experto en estos temas, te pido paciencia con mis errores y te agradecezco tus aportaciones y tus lecciones, si las quieres compartir.

Gracias por leer.

Blessed be.